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Una mañana Emma se despertó sobresaltada al oír golpes muy fuertes en el cristal de su ventana. Emma se frotó los ojos, miró a la ventana… Y vio que era Pipo, su pajarito amigo de color amarillo.
¿Qué había pasado? Todos los días el pajarito la despertaba cantando. Pero esa mañana Pipo no cantaba, sino que no paraba de revolotear, nervioso, dando picotazos en el cristal de la ventana.
«¡No hay agua en el río!… ¡El agua del río ha desaparecido esta noche, Emma! ¡Y los peces y los patitos no pueden nadar ni beber!… ¡Ven, ven corriendo al río!», dijo Pipo asustado.
¿Por qué no hay agua en el río?… Emma tiene que averiguar qué ha pasado y ayudar a sus amigos, los animalitos que viven en el río.
INDICE
- El pajarito Pipo
- ¡Ay, ay, ay…!
- Rufo, el dragón
- Emma tuvo una gran idea
- ¡Magia potagia!…
A continuación se reproducen los dos primeros capítulos del cuento.
CAPITULO 1 • EL PAJARITO PIPO
En un lugar lejano, rodeado de montañas y con grandes árboles, había un río por el que corría mucha agua limpia y azul.
En el río vivía una familia de patos: mamá pata, papá pato y sus dos hijos patitos que eran muy juguetones y se llamaban Vega y Lucas. Y en los árboles, junto al río, vivían pájaros de muchos colores.
Cerca del río había una casa pequeña. Era la casa bonita, donde vivía Emma: una niña muy alegre y traviesa, con unos ojos grandes y mucho pelo marrón que hacía volar moviendo la cabeza de un lado a otro.
Todas las mañanas, el pájaro Pipo que vivía en los árboles del río, iba volando a la casa bonita. Se subía a la ventana de la habitación donde dormía Emma y la despertaba piando canciones:
—¡Pío… Pío, pío… Pío, pío, pío…!
Al despertar, Emma saltaba de la cama y abría la ventana:
—¡Buenos días Pipo! —le decía, sonriendo.
Luego, el pajarito volaba al tejado y esperaba, hasta que Emma terminaba de desayunar. Entonces, Emma cogía su mochila del colegio y pan para dar de comer a sus amiguitos, los animales del río. Y salía por la puerta corriendo, corriendo, seguida por el pajarito Pipo.
De camino hacia el cole, Emma pasaba por el río. Y, todos los días, los patos, los pájaros y los peces del río, saltaban felices mientras comían —¡Ñam, ñam, ñam…!— el pan que les daba Emma.
Y, cuando terminaban de comer, Emma se despedía lanzándoles besos con las dos manos
—¡Adiós, adiós!…¡Mua, muuuaaa! —decía Emma. Y salía corriendo para no llegar tarde al colegio.
CAPITULO 2 • ¡AY, AY, AY…!
Una mañana, Emma se despertó sobresaltada al oír golpes muy fuertes en el cristal de su ventana… ¿Quién será?
Emma se frotó los ojos, miró a la ventana… Y vio que era Pipo, su pajarito amigo de color amarillo.
¿Qué había pasado? Todos los días el pajarito la despertaba cantando. Pero esa mañana Pipo no cantaba, sino que no paraba de revolotear, nervioso, dando picotazos en el cristal de la ventana.
Emma abrió la ventana y Pipo voló a su mano.
—¡Emma, Emma, ven, ven!… —gritó Pipo, muy asustado—. ¡Ven, ven corriendo al río!…¡Ayúdanos!…
—¿Qué pasa Pipo? — preguntó Emma.
—¡No hay agua en el río!… ¡El agua del río ha desaparecido esta noche, Emma!… ¡Y los peces y los patitos no pueden nadar ni beber!… ¡Ven, ven corriendo al río! —dijo Pipo asustado.
Emma se vistió lo más rápido que pudo. Cogió la mochila del cole y pan para sus amigos. Y corrió, corrió muy deprisa, detrás de Pipo.
Al llegar vio, con sorpresa, que el río estaba seco. ¡No había agua!… ¡Solo quedaban dos charcos!… Y tan pequeños que los patos no podían nadar en ellos.
—¿Qué ha pasado?… —preguntó Emma—. ¿Dónde se ha ido el agua?
—¡No sabemos qué ha pasado esta noche! —dijo llorosa mamá pata—. Al despertarnos esta mañana ya no había agua en el río…
—¡No podemos nadar! ¡Y casi no queda agua para beber! —añadió papá pato, muy triste.
—¡Nos tienes que ayudar, Emma! —gritó el patito Lucas que intentaba beber en un charco pequeñín.
Emma se puso la mano en la barbilla, y movió la cabeza pensando qué podía hacer para que el agua volviera al río… Y pensó… Y pensó… Hasta que, de repente, ¡Zas!, tuvo una idea y dio un salto alegre…
—¡Ya sé que voy a hacer! —exclamó Emma—. ¡Pipo, Pipo, ven conmigo!… Vamos a seguir el río, caminando por la montaña arriba, para descubrir por qué ya no baja el agua… ¡Vamos, vamos Pipo!
Y, junto a Pipo que volaba a su lado, Emma se puso a caminar río arriba, por entre los árboles del bosque.